Si estás acá es porque algún detalle del retiro llamó tu atención.
Tal vez sea porque hace mucho no creas algo que realmente te emocione.
O tal vez porque aún no te atreviste a escribir tu primer poema.
O tal vez ya lo escribiste, pero no lo consideras “suficientemente bueno”.
O tal vez sí, pero sigue escondido en el cajón de tu habitación.
Tal vez sientas que no te representa.
O tal vez te representa demasiado y eso te avergüenza.
Tal vez te da cringe que el resto lo lea.
O tal vez te mueres porque lo lean, pero te paraliza el miedo.
¿Cuál de todos esos es tu tal vez?
Realmente, no importa, lo que importa es qué harás con ese tal vez.
Te cuento cuál era el mío:
21 años. Crisis existencial. Regresaba de un verano en Brasil donde hice una pasantía. Empezó la pandemia. Mucho tiempo libre. Muchos sentimientos. Poco autoconocimiento. ¿Qué hacer? Escribir. Rápidamente, mi cabeza empezó a sonar así:
¿De qué voy a escribir?
¿Cómo se empieza a escribir?
¿Cómo sé si soy buena?
¿Y si a nadie le gusta?
No quiero que ninguna persona que conozco me lea.
Eso último era lo que MÁS me asustaba.
No quería ser vista como una persona emocional.
No me sentía segura exponiendo partes tan íntimas de mí.
Empecé sola con frases cortas, palabras, emociones nuevas.
De verdad no sabía si lo que estaba haciendo se podía considerar “poema”.
Pero aún así, nació mi primer poema.
No tenía idea de lo que significaba la poesía. Solo recuerdo que disfruté mucho escribirla.
Al día siguiente, creé una cuenta en Instagram bajo un seudónimo.
Al día siguiente, publiqué mi primer poema.
Al día siguiente, volví a escribir un poema.
Y el proceso se repitió por un año.
Auto publiqué mi primer poemario el último día del 2020.
Evento canónico: toda mi familia leyó mi poemario (era mi mayor miedo).
Y adivina qué… la tierra no dejó de rodar. Nadie me dejó de querer (otro miedo).
Todo… continuó igual.
Y recuerda que empecé sola, con frases cortas, palabras, emociones nuevas.
Jugando con un poco de lo que salía de mi interior.
¿A dónde quiero llegar?
Si sigues acá, seguro ya lo sabes.
No, no necesitas experiencia. No necesitas requisitos. No necesitas algún título o certificación. No necesitas el permiso de nadie.
Solo necesitas que tu deseo de crear sea más grande que cualquier miedo.
Solo necesitas que tu deseo de aprender sea más grande que cualquier miedo.
Solo necesitas que tu deseo de ser vista sea más grande que cualquier miedo.
La poesía visibiliza. Hasta en el fondo del mar.
Así que, ¿estás lista para sumergirte?
3, 2, 1,
Vamos.
Bienvenida a AMAREA, querida.
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